Es un placer tener hoy como invitado a
un hombre que desde hace muchos años se adentró en el mundo cultural
para nunca dejarlo. Señor alto, con pelo donde brillan las canas, fiel
reflejo de su desempeño creador.
Empezó como instructor de arte
en la casa de cultura Enrique Peña, con niños, adolescente y jóvenes
que dieron sus primeros pasos en los conocimientos de pintura; allí el
maestro con su pincel podía llevar el paisaje al lienzo con
originalidad, colorido y amor.
Su vida de artista no se limitó solo a
las artes plásticas, fue más allá, al integrar el proyecto cultural Alfa
Portus junto a David Silva. Incursiona con la cerámica, las técnicas
terracota y tejido macramé. La obra del artista es parte del patrimonio
de la cultura puertopadrense.
No solo su mundo es las artes
plásticas, el se desarrolla en la literatura y es narrador oral. Integró
por muchos años el taller literario Carlos Enrique, escribe cuentos
fundamentalmente basados en las tradiciones campesinas y culturales de
la región.
La voz grave y énfasis en la lectura capta la
atención de quienes lo escuchan en las tertulias de la UNEAC, donde es
miembro por la filial de escritores, allí colabora en el montaje de las
exposiciones de artes plástica en la Sala Bindo.
Tiene el
espacio fijo Cuenta cuentero, en la sede la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba, en Puerto Padre, donde niños de primaria todos los
cuartos jueves de cada mes aprenden técnicas de narración.
La
sencillez y dedicación al arte, no impiden que sea un amigo fiel, esposo
y padre dedicado. Es David Conrado Lobera Hechavarría, hombre
imprescindible del universo artístico de La Villa Azul de Cuba.
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