A José Eugenio Santiesteban Pérez, lo
conocí en 1998, en el año del quinto Congreso de los Comités de
Defensa de la Revolución.
En ese entonces no sabía de su larga
trayectoria al lado de la Revolución y Fidel, para mí era,
sencillamente, el delegado Pepe; aunque siempre me impresionó la
profundidad con que realizaba las intervenciones en los distintos
plenarios.
Desde entonces soy testigo de ese amor
infinito a la obra que ayudó a forjar desde los 20 años, al sumarse a la
causa de los oprimidos. Sus acciones tanto en el llano como en la
Sierra, formando parte del Movimiento 26 de Julio, lo moldearon como el
gran revolucionario que es.
Un año después del triunfo del
primero de enero de 1959, Pepe, asume lo que, además de combatiente del
Ejército Rebelde y de la Lucha Clandestina, honra con cada tarea las
filas de los Comités de Defensa de la Revolución.
Fue en la comunidad de La Aguada, en Vázquez, donde dio sus primeros
pasos en los CDR. Sus huellas calaron desde entonces, no solo en los
cederistas de esa localidad, también en la zona 5 y 6 de La Villa Azul.
Primero dirigente a nivel de Comité y durante los últimos 40 años,
coordinador de zona.
Pepe ostenta disímiles reconocimientos por
su desempeño, entre ellos la Medalla por la Unidad y la Defensa del
Barrio, la medalla 28 de septiembre y los Sellos por 20 y 50 años de la
organización, aunque según él, no hay mérito mayor que el reconocimiento
de la sociedad. La misma que lo escogió para que los representara en 3
congresos cederistas.
Hoy me inclino ante un hombre como José
Eugenio Santiesteban Pérez, porque los años que motivan sus canas son el
cúmulo de lealtad, amor sin límites a la Patria, su compromiso eterno
ante los Comités de Defensa de la Revolución. Pepe, hoy sobrepasa los 80
años y sigue ahí, de pie, al lado del cañón.
Muchas son las
facetas de las que pudiera hablar sobre Pepe. Más, en el programa De
tarde con mi gente, de Radio Libertad, exteriorizó sus vivencias y nos
hizo cómplices de sus recuerdos.
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