lunes, 24 de febrero de 2014



Un grupo de trabajadores de nuestra emisora, que como ya se sabe, hoy cumple SETENTA Y CUATRO años de fundada, tuvo la oportunidad de disfrutar de un proyecto comunitario que tiene por escenario el barrio La Granjita, en el Batey de Delicias: Entre Amigos.

Dos jóvenes se encargan, básicamente, de aunar voluntades en pos de fortalecer, con sus acciones, los valores identitarios de la comunidad: Dailín Benítez y Miguel Nadal, hijo.


Hacer un proyecto comunitario es algo sumamente hermoso, pero también necesita de un desprendimiento personal muy alto, un altruismo importante, sobre todo en estos tiempos donde la familia, el hogar, urgen de tantos recursos materiales y ellos son el sostén de la vida espiritual.

Hacer eso a un lado y dedicarse en cuerpo y alma a animar la vida sociocultural de sus propios vecinos es algo que merece algo más que un reconocimiento social.

Pero sucede que esas personas no buscan siquiera un aplauso de alguien, ese distingo por vanidad, sino que es algo nacido debido a una indetenible voluntad de hacer, de ver el gozo ajeno para avivar el propio.

Entre amigos, del barrio La Granjita, de Delicias, es auténtico y no basa su fortaleza en la utilización de distintas manifestaciones artísticas como elemento aglutinador, sino la participación colectiva, porque sabe que muchas personas tienen dentro de sí algo que decir o manifestar y ese es el espacio, todos tenemos habilidades y podemos ponerlas a disposición de la comunidad.

Por la estructura social que tiene nuestro país, existe un sinnúmero importante de organizaciones en los barrios que no se tienen en cuenta a la hora de hacer una acción de esa naturaleza y ese es el error.

Sin embargo hay un asunto que sí no puede soslayarse, cada proyecto comunitario necesita de un líder, una persona o varias con suficiente prestigio y poder aglutinador, que sepa cómo deben hacerse las acciones sin imponer nada, dispuesto siempre a escuchar y, de ser posible, útil y necesario, agregar a las sugerencias de quienes se empeñan en seguirlo.

A mi juicio, cuando un proyecto surge de manera institucional, carece de sustentabilidad pues no siempre dispone de los recursos subjetivos que abonan la espontaneidad. Se desarrollará bajo la impronta de un plan ya orientado y por eso se desvía de los intereses que distinguen el entorno donde se practica.

Entre amigos, como otros, incluyendo a El Boquerón: un espacio azul para la cultura, tiene “madera” para alcanzar todo lo que se proponga siempre que vaya en cada acción el latir conjunto de los corazones de sus organizadores.  

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