miércoles, 5 de marzo de 2014

Mi colega Julián Puig Hernández  visitó áreas de la carretera El Socucho, allí observó un panorama no acostumbrado, por ello propone esta reflexión. 


Escombros en los laterales de la carretera Puerto Padre - Socucho. Foto: Maricela Hernández. Recientemente el programa de la televisión nacional, Sobre la mesa, que trasmite Cubavisión, trató conceptos que necesitan dilucidarse: qué es público y qué es privado. Por estos días, los medios, tanto locales como nacionales, hemos insistido en las indisciplinas sociales y una cuestión no está divorciada de la otra.

 

Las nuevas generaciones de cubanos, todo indica que es así, necesitan reforzar valores que los depositantes de la batuta no hemos hecho como se debe...
y si no lo creamos a tiempo y con el rigor necesario, estaríamos perdiendo más de medio siglo en la forja de un hombre nuevo y por lo tanto desacreditaríamos una obra que constituye un referente para no pocos países.

El maltrato a la propiedad social, los escándalos públicos, las malas palabras… todo hecho y dicho sin el menor rubor y al amparo de la bravuconería y el irrespeto expedito: son asuntos realmente lamentables.

Pero sin irnos de los predios, sin sustraernos al entorno, que es en definitiva donde se materializa la obra mayor, hemos señalado asuntos que no tienen una respuesta personal ni institucional, por lo tanto la cadena de irrespetos incluye, también, personas que representan centros con un desempeño cuestionable.

Escombros y basura en los laterales de la carretera Puerto Padre - Socucho. Foto: Maricela Hernández.Hace pocos días alertamos sobre la aparición de un preocupante vertedero, con un importante material rocoso, en los laterales de la carretera de El Socucho y eso, además de un atentado al medio ambiente, es una indiscutible indisciplina social. En ese propio material referimos quejas de otras áreas del municipio donde se dice hay igual situación.

Somos testigos de la sistemática deforestación a que son sometidas las márgenes del río La Farola, conocido popularmente como Bolaños. No son personas que seleccionan la complicidad de la noche para ese irrespeto al medio ambiente; de ninguna manera, lo hacen a pleno día y sin el menor pudor. Tampoco es en una situación coyuntural, ocurre a cualquier hora.

Tampoco es un secreto que hay instituciones carentes de recursos importantes para ejercer sus funciones; sin embargo, si resultan inefectivas, como a la postre lo demuestran ¿por qué el Estado, entiéndase el pueblo, paga un salario para que sólo existan nominalmente?

No creemos prudente convivir con la doble moral, porque eso también es, además de cuestión de principios, una indisciplina social y estamos abocados a eliminar esa mala prenda en nuestros procederes diarios.

El Consejo de la Administración Municipal, que es nuestro principal órgano operacional, debiera soslayar otras tareas y analizar esta con mayor prontitud; no solo la de las indisciplinas sociales vistas desde el vulgar bandidaje, sino desde la perspectiva de pedir accionar a quienes tienen el deber de hacerlo o prescindir de puestos que se pagan con el dinero del pueblo.

Lo que no funciona es un lastre demasiado caro para mantenerlo y ese es un lujo que no merece otro examen.

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