domingo, 27 de noviembre de 2016

Por: Leidiedi Gómez Hidalgo el .  
 Así comenzó el diálogo, con lágrimas en sus ojos, Dacio Jomarrón García, maestro jubilado y reincorporado al sector de educación, que reside en Maniabón, comunidad ubicada a unos 9 kilómetros de la ciudad de Puerto Padre.
Aún afectado por la noticia, contó que antes del triunfo de la Revolución quiso hacerse maestro, hizo las pruebas y logró el 11 en el escalafón, muestra de su preparación, sin embargo la condición de humilde de su familia le impidieron pagarle la carrera.
 
Sin perder la fe, dice Jomarrón García, se fue para la capital con algunos ahorritos a ver a sus padrinos, pues como eran adinerados lo podían ayudar y que decepción, a penas sin quitarse el polvo del viaje tuvo que regresar.
Sin dinero y apenas un adolescente regresó, más tiempo a pie que ómnibus, demoró el viaje de esta manera 3 meses y 20 días. Recuerda Dacio que ya en Villa Clara ni tenía zapatos y tuvo que remedar en varias ocasiones las viejas alpargatas hasta que llegó a su hogar, en Santa María, en aquellos años.

 Pero conservó la esperanza de alcanzar el sueño y al triunfo de la Revolución  Cubana, Fidel llevó esa luz de esperanza a todos los cubanos y entonces escribió una carta a Armando Hart, Ministro de Educación, contándole esta historia y su voluntad de ser maestro y ayudar.

Se abrieron así nuevos horizontes para Dacio, quien comenzó como maestro voluntario y se incorporó luego a la campana de alfabetización.

Su vida siguió en el magisterio con la enseñanza primaría y luego la secundaria en la escuela Mártires de Maniabón. Como maestro cumplió misión internacionalista en Cuito Cuanavales, Angola, de 1984 a 1986.

 En ese período supo que su hijo Enrique Jomarrón Carralero llegaba como soldado y estaba en la parte sur. Por solicitud lo llevan junto a él al cabo de varias jornadas y allí continuó la enseñanza del pueblo angolano.

Al culminar la misión quiso quedarse junto a su hijo, pero le informaron que la orden del Comandante en Jefe era que cada uno debía regresar al cumplir el término, y tuvo que obedecer con dolor en su alma.

En Cuba siguió la pedagogía en la escuela Mártires de Maniabón, donde se jubiló en 1990, pero apenas descansó afirma Dacio Jomarrón, su amor al magisterio lo hicieron reincorporarse tras el llamado de la Revolución y lo ubicaron en la Facultad Obrero Campesina  en Vázquez, donde se mantiene con excelente lucidez a sus 80 años de edad.

Hoy hijos y nietos le siguen los pasos lo cual es un orgullo para él, ostenta diversos reconocimientos por su trabajo, distinciones, medallas y premios, además de la admiración del pueblo por esa manera incansable y constante de educar y dar el paso al frente en cualquier tarea.

Cada jornada se le ve viajar desde Maniabón a Vázquez con la prensa en la mano, pues dice que debe estar actualizado desde las primeras horas.

Para él todo cuanto hace y hará se lo debe a Fidel, que luchó por entregarnos una Patria libre. Por ofrecernos  a todos la posibilidad de estudiar, superarnos en la vida, ser cultos. El dolor está con él ante la pérdida física de este gran hombre, pero su deber ahora es seguir el trabajo como él se lo pidió y que la obra de la Revolución no se detenga. Mientras tenga fuerza, afirmó Dacio, seguiré mi labor donde sea necesario, yo no voy a defraudarlo, pues gracias a Fidel me hice maestro.

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