viernes, 31 de julio de 2015

 Pocos pueblos de Cuba tienen el privilegio de poseer una bahía como la disfrutan los residentes en el municipio de Puerto Padre, fuente de belleza natural más que de alimentos y fuerza de trabajo. 

Los vecinos de aquí nos regocijamos con la brisa que acaricia nuestros cuerpos cuando bordeamos sus orillas o el suave y dulce susurro musical arrastrado desde las profundidades del horizonte. 


Casi siempre nos sentimos orgullosos cuando visitantes al desandar nuestras calles elogian la hermosura de ese cuadro natural que es la bahía, capaz de homologar a Puerto Padre con un sitio paradisíaco, refugio de Dioses.

Tampoco faltan estudiosos de la Geografía local que defienden teorías relacionadas con el desembarco del gran Almirante Cristóbal Colón, en la Isla, donde La Villa Azul de Cuba, además, de ser una de las tierras más hermosas que ojos humanos hayan visto, se convierte en centro de las hipótesis contemporáneas sobre el histórico suceso.

La bahía de Puerto Padre figura entre nuestros tesoros públicos más valiosos, sin embargo por mucho tiempo ha sido agredida, en ocasiones inconscientemente, otras por desconocimiento y la mayoría de las veces por negligencias.

Desechos sólidos y líquidos del Combinado Cárnico Gerónimo Astier, de la Empresa Azucarera Antonio Guiteras, y de los hospitales Raymundo Castro y Guillermo Domínguez, encontraban hospedaje en la bolsa de agua salada. Allí también iban a parar desperdicios de alimentos, ramas, latas y cuanto objeto estorbara en el camino.

Tanta irresponsabilidad social inscribió a nuestro pedazo de mar entre los ocho más contaminados de la nación, desaparecieron especies marinas propias de la región y el agua que un día fue cristalina se vistió de gris.

Pero, la indolencia tuvo su respuesta, la mayoría que bien valora las riquezas de la naturaleza apeló a todos los recursos para revertir la triste situación: consultas jurídicas, creación de proyectos de conservación de la biodiversidad, círculos de interés, sociedades científicas y construcción de sistemas de tratamiento de residuales, son algunas de las acciones que ejemplifican el desempeño de los puertopadrenses bajo la pupila orientadora de la representación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, en el territorio.

Después de un quinquenio de sostenido trabajo las aguas del Atlántico que bañan nuestras costas comienzan a lucir su óleo verde azul y vuelven a observarse en la superficie de la gran sabana el inquieto nado de peces. Por el bien de todos conservémosla así, como un gigantesco y misterioso museo natural.

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