martes, 18 de febrero de 2014

Por: Julián Puig Hernández el .
La innegable aceptación de ConductaMás de cinco mil espectadores del municipio de Puerto Padre han disfrutado del Filme Conducta durante la última semana. El éxito de taquilla es un hecho y el argumento del filme de Ernesto Darana a suscitado discusiones no sólo en centros laborales y estudiantiles, también en las conversaciones ocasionales que tienen lugar comunmente en cualquier esquina de la Villa Azul. Después de Habanastation (Ian Padrón, 2011), no se había visto aceptación tan sólida entre los cinéfilos de esta parte del país.

He visto con mucho placer el filme cubano Conducta, del director Ernesto Darana. Es una película para reír, llorar, pero sobre todas las cosas, reflexionar.

En esta excelente obra, se utilizan muchas herramientas necesarias y útiles para lograr un producto artístico de alta calidad. Hay un tejido de conflictos que desde una escuela en la Habana, nos devela una realidad nacional bien conocida y criticada por todos, pero que subsiste. No es, ni por asomo, una crítica sin razón y desleal, es una propuesta de enfoque sobre la realidad social cruda, pero no insuperable.

Hay en Conducta a mi juicio tres elementos alegóricos de gran valía: el ferrocarril, con esa carga de ruidos tenebrosos, hierros fieros e incertidumbre; las palomas, que buscan una liberación espiritual, un escape a la realidad, la sutiliza de refugio seguro; y por último los perros de peleas, como un símbolo a la lucha por la supervivencia, el desgarramiento de los valores para lograr sobrevivir en un clima de franca lucha.

El guión nos plantea el conflicto de un niño adolescente, Chala, (Armando Valdés Freire) cuya madre es drogadicta y alcohólica (Yuliet Cruz), que necesita subsistir en ese hostil ambiente familiar, sin un padre conocido y un hogar que él se propone y logra mantener económicamente gracias a sus gestiones subrepticias y valentía personal.

También está el conflicto familiar de la maestra, Carmela, (Alina Rodríguez) que se despide en el aeropuerto de sus familiares más cercanos y queda sola, con una vejez que se le acrecienta con esa realidad.

Pero está el clima central, la lucha de esa maestra, Carmela, por mantener sus principios de educadora, aún cuando las exigencias ministeriales de su sector la irrespetan y ella decide, contra viento y marea, defender la integridad formativa de su pupilo, Chala, y del magisterio que a la postre representa.

Sin embargo, el filme Conducta, no se circunscribe en sí a ese conflicto, sino que éste es la justificación de Ernesto Darana para plantear con mucha valentía la realidad cubana de estos tiempos, la del enfrentamiento entre valores e invalores, criticar la doble moral, la sinrazón, la solapada antireligiosidad, la corrupción, la violencia doméstica y social.

Todo eso perfectamente armonizado con la fotografía, el guión, el sonido y la iluminación; pero también con un reparto mayormente de actores niños y jóvenes que apostaron por Conducta y nos muestran una obra que, sin menospreciar lo hecho hasta el momento, nos parece lo mejor de la filmografía cubana de todos los tiempos.


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