Ramón Infante es un hombre que defiende a ultranza el Idioma Español, no solo en las aulas o salones de estudio, sino en las calles o cualquier esquina donde el diálogo lo toma, procura en su interlocutor el buen hablar y es que él es un velador del buen léxico.
De enciclopedias se sirve, no le basta
lo aprendido hasta ahora, siempre anda tras lo nuevo de la Real Academia
de la Lengua para actualizarse y así trasmitir nuevos saberes.
Enseñador de la buena literatura, Ramón atesora ejemplares de una valía extraordinaria. La gramática española, redacción y estilo son textos que desde la multiplicidad de autores no faltan en su hogar. También Cervantes, Chakespeare, Heredia, Carpentier, forman parte de su pródiga biblioteca personal, la que comparte con ávidos lectores, por lo general discípulos.
Es patriota comprometido con la identidad y nación. Por eso en sus clases y conferencias el ideario martiano está presente. Con ferviente pasión ilustra cada verso o prosa del Apóstol.
En su haber exaltan condecoraciones y distinciones, pero el reconocimiento de alumnas y alumnos es el estímulo mayor. En Venezuela dejó huellas importantes como parte de la misión educativa, también en otros sitios donde ha asistido como pedagogo.
Es por demás muy exigente con los medios de comunicación locales, de ahí que Ramón sea asesor y consultante de periodistas y escritores de la radio y televisión en el territorio.
Pero Ramón es mucho más que ese maestro distinguido, es un excelente ser humano. Sus nietos e hijos viven orgullosos de él. También el vecindario, con el cual comparte desde hace varias décadas las aventuras de la vida. Es de la comisión electoral de la circunscripción y dirigente de los CDR, porque en el barrio está la esencia de su hacer comunitario.
Se le ve siempre muy alegre, camino a la institución educativa donde está matriculada la nieta más pequeña, pero los otros sienten su acompañamiento en cada instante.
Amigo de los amigos de sus hijos Mireyita y Ramón, entiende los intereses generacionales y se ocupa de aconsejar, ayudar a los más jóvenes. Acumula experiencia suficiente para entregar afecto paternal.
Ramón es hombre agradecido que anda por doquier sembrándose en los demás.
Enseñador de la buena literatura, Ramón atesora ejemplares de una valía extraordinaria. La gramática española, redacción y estilo son textos que desde la multiplicidad de autores no faltan en su hogar. También Cervantes, Chakespeare, Heredia, Carpentier, forman parte de su pródiga biblioteca personal, la que comparte con ávidos lectores, por lo general discípulos.
Es patriota comprometido con la identidad y nación. Por eso en sus clases y conferencias el ideario martiano está presente. Con ferviente pasión ilustra cada verso o prosa del Apóstol.
En su haber exaltan condecoraciones y distinciones, pero el reconocimiento de alumnas y alumnos es el estímulo mayor. En Venezuela dejó huellas importantes como parte de la misión educativa, también en otros sitios donde ha asistido como pedagogo.
Es por demás muy exigente con los medios de comunicación locales, de ahí que Ramón sea asesor y consultante de periodistas y escritores de la radio y televisión en el territorio.
Pero Ramón es mucho más que ese maestro distinguido, es un excelente ser humano. Sus nietos e hijos viven orgullosos de él. También el vecindario, con el cual comparte desde hace varias décadas las aventuras de la vida. Es de la comisión electoral de la circunscripción y dirigente de los CDR, porque en el barrio está la esencia de su hacer comunitario.
Se le ve siempre muy alegre, camino a la institución educativa donde está matriculada la nieta más pequeña, pero los otros sienten su acompañamiento en cada instante.
Amigo de los amigos de sus hijos Mireyita y Ramón, entiende los intereses generacionales y se ocupa de aconsejar, ayudar a los más jóvenes. Acumula experiencia suficiente para entregar afecto paternal.
Ramón es hombre agradecido que anda por doquier sembrándose en los demás.
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