Una de las esculturas devenidas símbolos
de Puerto Padre es sin dudas “Canto a la Revolución” de la artista
mexicana Electa Arenal Huerta que emplazó su mural en la fachada del
hospital Pediátrico Raymundo Castro, en 1962, cuando su esposo el
arquitecto Gustavo Vargas construyó el hospital.
Hoy el estado de esa obra es calamitoso.
No solo por las condiciones de intemperismo sino por el abandono y la
falta de sensibilidad a un mural que es el más importante de esta
creadora que dejó esculturas en Holguín y Velazco.
Continúa el vertimiento de aguas sobre las figuras volumétricas de la fachada. Las manchas son testimonios de una práctica regular del derrame provenientes de los acondicionadores de aire y de la limpieza de las salas de ingreso, además de las manchas recientes de pintura. Lo cual denota una falta de cuidado.
A quién le duele este deterioro, hasta cuándo esperaremos por acciones de conservación y cuánta durarán estas en caso de realizarse, si el personal del Hospital Pediátrico no se sensibiliza con el valor patrimonial de esta obra?.
La comisión de patrimonio aunque tiene acciones para la reparación e incluso para que reconozcan el mural como monumento nacional, no tiene aún respuesta de ello y el consejo municipal de la administración no parece preocuparle la lamentable situación de la escultura de mayores valores artísticos de la ciudad y sin temor a equivocarme del total de las que la creadora azteca realizó en vida.
Tal parece que la propiedad social es de todos pero cuando requiere atención no le pertenece a nadie.
Para que el canto lo siga siendo, hay que actuar en coherencia con él.
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