jueves, 12 de febrero de 2015

Por: Oscar Peña Peña el
 Los propietarios de embarcaciones menores en el municipio de Puerto Padre se acreditan oficialmente en esta época para incursionar 12 meses en la captura de especies marinas, a través de la Federación de Pesca Deportiva, con  filiales  en 5 asentamientos costeros.

En  febrero es  la renovación anual  de licencias, como parte  del control internacional a personas que ejercen ese entretenimiento y donde los patrones  son garantes del amparo legal de quelonios, peces, moluscos y  crustáceos protegidos.

De esta manera los integrantes de la Federación de Pesca Deportiva que utilizan embarcaciones menores, no pueden utilizar redes, elementos químicos u otros medios de entrampes, como las denominadas yuas para hacerse de tortugas, una de las especies más depredadas  internacionalmente, a pesar de su veda.

En la pesca estatal o privada no hay autorizo para capturar quelonios, en cuya  preservación participan funcionarios  de la Oficina  de Inspección Pesquera, en Las Tunas, con el apoyo de  fuerzas de Guardafronteras y los Destacamentos Mirando al Mar, que vigilan entre La Herradura y Punta de Corella, al norte de Puerto Padre.

Los polos costeros con mayor cantidad de afiliados a la pesca deportiva  resultan El Socucho, Cayo Juan Claro, La Boca, La Jíbara y El Boquerón, donde las diferentes generaciones han sido hereditarias de prácticas ancestrales para extraer lo mejor sin afectar el medio,

A partir de ese razonamiento es que cada día se echan a la mar casi un centenar de hombres, quienes seleccionan lo mejor y dejan para mañana, según aprendieron del viejo Mateo Ramos, el erudito popular, quien fomentó una familia de pescadores en El Boquerón, sede a inicios de los 60  de la primera cooperativa no agropecuaria del  oriente cubano.

En el  establecimiento Juanito Mora de la ciudad de Puerto Padre, todavía predominan descendientes de pescadores que habitaron el litoral de la ciudad marina desde la antigua Playita hasta el entronque con la carretera El Socucho, uno de los sitios más pintoresco para divisar el rumbo por donde navegó Cristóbal Colón en su paso obligado por la zona norte cubana.

Las pequeñas embarcaciones de propiedad individual o de familias son muy comunes en amarraderos típicos que permiten identificar a Marilú, El horizonte, La dicha, El Regreso, El embate y otros, también,  hermosos, como los matices que procuran los barqueros antes del registro para echarse a la mar.

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