Su obra poética es amplia. Cuenta el
autor 18 colecciones de versos y se confiesa deudor de Whitman,
presentado ante otros brillantes poetas por su hermano Alfredo
Fernández, ya desaparecido.
1996 es un año importante en la vida del poeta por cuanto lo reconocen con el premio nacional de literatura.
De esta distinción expresó: considerando que este premio se inicia con Nicolás Guillén y los demás que me antecedieron, es un alto honor sentirme acompañado por prestigiosas figuras de nuestras letras, algunas de las más altas y eminentes.
Traducido a más de veinte idiomas, su obra incluye tres novelas, un libro de cuentos, ensayos y una obra de teatro que se estrenó en Nueva York en 1958.
Pablo Armando Fernández considera que su vida está regida por la poesía y ella ha determinado a plenitud su destino.
Entre las características que definen su poesía está su entonación múltiple, el lirismo, la complejidad barroca y su permanente recurrencia a los elementos bíblicos.
Su acento vallejiano filtra su realidad dividida entre inimaginables vivencias dentro y fuera del país. Pocas personas en el mundo tienen tantos amigos.
Él tiene una especial manera de cultivar la amistad. Visita todavía amigos de la infancia, vivan en Finlandia, Nueva York o en su terruño natal.
He visto el mundo y de él guardo una imagen, confusa multitud siempre en acecho. Conocer cierta gente me ha hecho sospechar de ser distinto. Es otra adecuación. El complicado mundo significó mi vida. La gente simple complicó mi mundo.
De esta manera testimonia el poeta sus vivencias. Pocas veces he leído una obra tan provocadoramente subjetiva, dijo el escritor uruguayo Mario Benedetti.
La obra narrativa de Pablo Armando está marcada por la descolocación del hombre que no asume su nacionalidad desde el concepto simplista de la pertenencia a su tierra.
Para el premio Nacional de literatura su deuda con sus memorias enriquecen constantemente su obra.
Es así como toda su creación literaria aporta elementos sociológicos de nuestras raíces más auténticas: Los bateyes, los centrales azucareros y su gente son escenarios de su novela Los niños se despiden, premio Casa de las Américas y En el vientre del pez, en los que confluyen elementos de vital importancia en la formación de la identidad cultural cubana.
Extiendo hoy mi invitación a los lectores para que conozcan la obra poética y narrativa de Pablo Armando Fernández, quien cumple hoy 85 años y es orgullo de la cultura puertopadrense.
1996 es un año importante en la vida del poeta por cuanto lo reconocen con el premio nacional de literatura.
De esta distinción expresó: considerando que este premio se inicia con Nicolás Guillén y los demás que me antecedieron, es un alto honor sentirme acompañado por prestigiosas figuras de nuestras letras, algunas de las más altas y eminentes.
Traducido a más de veinte idiomas, su obra incluye tres novelas, un libro de cuentos, ensayos y una obra de teatro que se estrenó en Nueva York en 1958.
Pablo Armando Fernández considera que su vida está regida por la poesía y ella ha determinado a plenitud su destino.
Entre las características que definen su poesía está su entonación múltiple, el lirismo, la complejidad barroca y su permanente recurrencia a los elementos bíblicos.
Su acento vallejiano filtra su realidad dividida entre inimaginables vivencias dentro y fuera del país. Pocas personas en el mundo tienen tantos amigos.
Él tiene una especial manera de cultivar la amistad. Visita todavía amigos de la infancia, vivan en Finlandia, Nueva York o en su terruño natal.
He visto el mundo y de él guardo una imagen, confusa multitud siempre en acecho. Conocer cierta gente me ha hecho sospechar de ser distinto. Es otra adecuación. El complicado mundo significó mi vida. La gente simple complicó mi mundo.
De esta manera testimonia el poeta sus vivencias. Pocas veces he leído una obra tan provocadoramente subjetiva, dijo el escritor uruguayo Mario Benedetti.
La obra narrativa de Pablo Armando está marcada por la descolocación del hombre que no asume su nacionalidad desde el concepto simplista de la pertenencia a su tierra.
Para el premio Nacional de literatura su deuda con sus memorias enriquecen constantemente su obra.
Es así como toda su creación literaria aporta elementos sociológicos de nuestras raíces más auténticas: Los bateyes, los centrales azucareros y su gente son escenarios de su novela Los niños se despiden, premio Casa de las Américas y En el vientre del pez, en los que confluyen elementos de vital importancia en la formación de la identidad cultural cubana.
Extiendo hoy mi invitación a los lectores para que conozcan la obra poética y narrativa de Pablo Armando Fernández, quien cumple hoy 85 años y es orgullo de la cultura puertopadrense.
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