viernes, 10 de julio de 2015

Por: Niuvis Ivón Torres González el 09 de Julio de 2015. http://www.radiolibertad.cu/index.php/noticias/titulares/3500
En noches de tormentas, cuando el ulular del viento semeja lamentos inexplicables, los más viejos aseguran escuchar, entremezclados con los enigmáticos sonidos de la noche,  tambores lejanos que acompañan entre cantos y bailes a la tribu del cacique Maniabo.

 Las márgenes del río que serpentea a lo largo del poblado perpetuó en el fondo de sus aguas la imagen aturdida de los aborígenes mientras recibían azotes y castigos por no encontrar aquella piedra brillante que los colonizadores llamaban oro.

Estas son algunas de las fábulas que acompañaron el surgimiento de Maniabón, comunidad ubicada en la carretera Tunas-Puerto Padre y tesorera de una rica tradición donde se imbrican, en apretada convergencia, lo más genuino de las leyendas, antiguas y actuales, para conformar la historia  comunitaria.

 Señor de señores, significa según estudiosos de la etnia, el topónimo de origen Arauco con el que se designa al poblado,  por lo que no es difícil imaginar que el apelativo es herencia espiritual de aquel jefe indígena, víctima del exterminio español.

Cuna del primer grupo de europeos radicados en Las Tunas, posee importantes elevaciones, cubiertas de bosques cerrados y cavernas, guarida de ladrones hace más de medio siglo. Sin embargo, mucho tiempo antes fueron habitadas por nativos.

El imaginario popular trajo hasta nuestros días fábulas que hablan de grupos aborígenes, autóctonos moradores de prominencias naturales como la de Naranjo, Las Nuevas, la Resbalosa, la Loma Rabona y la del Gato, hecho validado por restos de cántaros y otros utensilios encontrados en la zona.

Excavaciones arqueológicas recientes demuestran la  localización de seis fuentes primitivas Araucas, que de conjunto con la presencia de cerámica mogolita, prueba el temprano contacto entre estas tribus y grupos ibéricos.

Asimismo elementos transculturales dan fe de larga convivencia entre nativos y españoles, relación marcada por abusos y atropellos, génesis fundacional de la rebeldía cubana.

Antiguo territorio de Maniabón fue San Manuel, comunidad donde residen actualmente descendientes de emigrados Jamaicanos y que posee tierras de inmejorable calidad para el cultivo del tabaco y la caña de azúcar.

Ubicado a la entrada de la localidad, El Puente que comunica la carretera de Vázquez a Puerto Padre, se erige patrimonio de la localidad y testigo perdurable de proezas y luchas  en los años 50.

Las leyendas fruto de la fantasía popular hablan de noches apacibles donde se escuchan suavemente  los pasos de un corcel blanco con un aborigen decapitado aferrado a sus crines.

Fantasías o no, lo cierto es que los mitos y fábulas arraigadas en el acervo generacional del poblado,  llenan espacios vacíos donde la realidad se confunde con los delirios.

El tronco cultural y biológico que en Puerto Padre, tiene sus raíces en Maniabón, nos transporta a orígenes casi perdidos en el tiempo para ubicarnos en el núcleo de nuestro fundamento, justo en el lugar donde la idiosincrasia cubana constata la fusión étnica de congo y carabalí,  para también, ¿quién sabe? La de los taínos.

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