Adriana
Pérez Oconor está privada cada día de sentir el calor de su esposo, la
calidez de sus palabras y el privilegio de su presencia.
Hace más de 15 años que Adriana no ve a Gerardo Hernández Nordelo; las absurdas leyes del imperio le impiden a esa sencilla mujer materializar sus sueños de amor, disfrutar los hijos planificados que aún estar por llegar y que no sabe si llegarán.
Hace más de 15 años que Adriana no ve a Gerardo Hernández Nordelo; las absurdas leyes del imperio le impiden a esa sencilla mujer materializar sus sueños de amor, disfrutar los hijos planificados que aún estar por llegar y que no sabe si llegarán.
Los años pasan, Adriana y Gerardo aún no se han podido ver, ni sentir los fuertes brazos de su esposo estrechándola, ni disfrutar de su alegría y contagioso humor, mucho menos su cálido beso en la frente.
Es hora ya de que las mujeres, desde cualquier rincón del mundo, alcen sus voces de condenas en nombre del amor y clamen por la libertad de Gerardo y sus hermanos para que las familias no sufran y estén juntos por siempre.
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