Desde entonces, sus pupilas verdes se llenaron de avidez por todo el pasado reunido en grandes vitrinas y archivos; revistas, fotos, objetos insospechados: todo lo motivó a reconstruir pasajes relevantes y procesos que se desarrollaron, y a interpretarlos ateniéndose a criterios de objetividad.
Así hoy los habitantes, en esta región, le agradecemos a Abel Sastre Matos al menos 2 investigaciones anuales, durante 11 calendarios, entre las que resaltan la biografía de la escultora mexicana Electa Arenal Huerta que dejó memorables obras en Puerto Padre como el mural, Canto a la Revolución, ubicado en la fachada del Hospital Pediátrico.
El mérito de revelar acontecimientos del pasado mediante la investigación, no le hacen un ser inaccesible, retraído o solitario. Al contrario, nadie ha podido dejar de llamarle Abelito porque, aunque ya pasa de los 50, proyecta jovialidad, fruto de un carácter sociable, alegre, activo, asertivo, siempre en búsqueda de sensaciones.
A Abelito lo inspiran personas como el Che, gente que da lo que no tiene por el otro; le fascina compartir tiempo con su familia y es un ferviente lector, pero nada le atrae tanto como investigar.
Y si la historia es devolver a la sociedad aquel devenir que el tiempo y la manipulación han escamoteado, y ello solo es posible interrogando a los documentos viejos y examinándolos desprejuiciadamente; si la Historia, más que su memoria, es su crítica, podemos concluir que estamos ante un investigador de la Historia digno de ser atendido por su rigor y honestidad.
Por todo eso hoy, Abel Julio Sastre Matos, Abelito, inscribe su nombre al lado de otros grandes historiadores locales como Fernando García Grave de Peralta, Ramón Garrido Padilla, José Ramón Fernández Mengual, Pedro Guerra Bombín y Ernesto Carralero Bochs.
Quienes lo conocen pueden dar fe de un fuego su mirada, esa chispa que se ve en los ojos de las personas que sienten y aman lo que hacen.
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